¡Ay, mi ETH querido! Una tragicomedia en la blockchain
Ah, Ethereum, la criptomoneda que prometió un mundo decentralizzato y nos entregó… bueno, una red donde las tarifas de gas a veces superan el valor de tu humilde caffè latte. ¡Qué ironía!
Recordemos esos días de euforia, cuando ETH era la niña mimada, la promesa de un internet 3.0 lleno de DApps rivoluzionarie y NFTs que valían más que tu appartamento. ¡Éramos legión! Inversores novatos, desarrolladores soñadores y hasta tu tía la del pueblo preguntando si era buen momento para "metterci un po' di euro".
Luego llegó la realidad, como un balde de agua fría en pleno verano venezolano. Las tarifas de gas se dispararon a la estratosfera, haciendo que enviar un simple token costara un occhio della testa y parte del hígado. Los memes no se hicieron esperar: tortugas lentísimas representando las transacciones, gente vendiendo un riñón para pagar el gas y Vitalik Buterin mirando al infinito con una expresión que mezclaba genialidad y ligero arrepentimiento.
Y ni hablar de los NFTs. ¡Benditos monitos pixelados que nos hicieron creer que éramos coleccionistas de arte digitale! Comprábamos con la ilusión de hacernos ricos de la noche a la mañana, para luego ver cómo el valor de nuestra "opera maestra" caía en picada más rápido que los precios del aguacate en temporada alta.
Pero no todo es llanto y crujir de dientes. Ethereum también nos ha regalado momentos épicos. ¿Quién no recuerda el "The Merge"? ¡Un evento más esperado que el Niño Jesús! Prometía solucionar todos nuestros males, bajar las tarifas y hacer que la red fuera más ecológica. El hype fue tal que parecía que í
