El radiotelescopio RT-64 es uno de esos monumentos científicos que parecen olvidados, pero que en realidad han sido clave para escuchar el universo.

🌌 Un poco más de contexto histórico y científico:

El RT-64 se encuentra en Kalyazin, cerca del río Volga, y fue inaugurado en 1974.

Su plato parabólico de 64 metros de diámetro lo convirtió en uno de los radiotelescopios más grandes de la Unión Soviética.

Fue utilizado en programas espaciales soviéticos, incluyendo comunicaciones con sondas interplanetarias y observaciones de radioastronomía.

Hoy en día, aunque no tiene la misma relevancia internacional que instalaciones como Arecibo (Puerto Rico, colapsado en 2020) o FAST (China), sigue siendo un símbolo del poder científico soviético y un recurso para estudios astronómicos.

Su imagen es tan imponente que muchos lo comparan con escenarios de ciencia ficción: una antena solitaria, escuchando los ecos del cosmos.

🔭 Dato curioso: El RT-64 también participó en experimentos de interferometría de muy larga base (VLBI), conectándose con otros radiotelescopios del mundo para crear una “antena virtual” del tamaño de la Tierra, aumentando la resolución de las observaciones.